sábado, 19 de mayo de 2007

ÉRASE UN HOMBRE A UN BALÓN PEGADO; ÉRASE UN FUTBOLISTA SUPERLATIVO

Por todas las tardes que nos ha hecho disfrutar; porque el "9" es sólo cosa de unos pocos; por él...

Hay un dicho que señala que algunos nacen con estrella y otros estrellados. Morientes debe de ser de los primeros, porque ya su fecha de nacimiento anunciaba el futuro brillante de este futbolista. Un cinco de abril de 1976 (05.04) nació en Cáceres un verdadero deportista de élite: Fernando Morientes. La suma de las cifras de su fecha de nacimiento da como resultado el número 9, precisamente el dorsal que durante tanto tiempo llevó en el Real Madrid y ahora porta en el Valencia y con el que se denomina a los delanteros punta de los equipos de fútbol que se distinguen por tener un verdadero instinto goleador. Coincidencia o premonición, lo cierto es que vistiendo la camiseta blanca, el nueve le brindó muchas tardes de gloria a la afición del Bernabéu y ahora lo vuelve a hacer en el campo de Mestalla.

El éxito no le llegó de repente, puesto que -como él mismo señala en las entrevistas que concede-, para conseguir los mejores logros de su vida ha tenido que demostrar su valía como profesional. Comenzó jugando en el Albacete durante dos temporadas, aunque pronto pudo disfrutar de las emociones de los encuentros de primera división, pues el Real Zaragoza lo fichó en 1995 para que se incorporara a su plantilla. Dos años después, el Moro, apodo con el que se le conoce, pudo hacer realidad el sueño de cualquier joven madridista: jugar en el Real Madrid junto a algunas de las estrellas que por entonces poblaban lo que todavía no era "la galaxia blanca": Raúl, Suker o Mijatovic. Morientes estuvo siete temporadas seguidas en el equipo merengue haciendo disfrutar a la afición y siendo uno de los artífices de una época dorada para el club de la Castellana en la que consiguieron tres copas de Europa y dos títulos de Liga. Su buen juego aéreo y la facilidad con la que se desmarcaba en el área le pusieron además en el punto de mira de Clemente y Camacho, los dos seleccionadores nacionales que contaron con él en los partidos que disputó la selección española. Tan bien se desenvolvía vistiendo la camiseta roja, que se convirtió en un fijo en los encuentros que disputó el conjunto nacional.

Pero la llegada de los “galácticos” propició uno de los peores momentos de su carrera deportiva: su salida del equipo blanco. Tras una temporada cedido al Mónaco, conjunto con el que consiguió el título de subcampeón de la Copa de Europa, volvió al equipo blanco de la mano del recién estrenado entrenador Camacho. La marcha del técnico por desavenencias con la plantilla favoreció aún más su despedida del Real Madrid y su marcha a la liga inglesa, concretamente al Liverpool, donde su estela dejó de brillar con tanta fuerza.

A pesar de todo, el Moro seguía brillando en la selección. Sus compañeros elogiaban su juego en el campo y la afición lo corroboraba con fuertes aplausos y gritos de admiración. Su ilusión de goleador y sus esperanzas las había depositado en el Mundial de Alemania de 2006, pero no pudo ser. Luis Aragonés, seleccionador nacional, no lo convocó ante el asombro de algunos y la furia de otros. Era una de sus últimas posibilidades para despuntar con la camiseta roja y no la pudo disfrutar. Aunque, ¿quién fue tan osado en pensar que esa estrella que durante algunos meses desapareció del firmamento de los mejores jugadores no volvería a resurgir un día con más fuerza?

El fútbol español le concedió una segunda oportunidad y ésta se materializó en la capital del Turia: el Valencia C.F. le esperaba con los brazos abiertos para acabar con la “maldición” del 9 que sobrevoló al equipo durante varias temporadas. Todos los expertos deportivos auguraban al club del murciélago una excepcional temporada si sus dos delanteros punta -Villa y Morientes-, que tan bien sabían demostrar su valía por separado, lograban compenetrarse y entenderse sobre el césped.

Ocho meses después del comienzo de la Liga española, la valía de Morientes se demuestra con números, como siempre ocurre en el fútbol. El delantero valencianista ha marcado 12 goles en el campeonato, y aunque esta cifra está muy lejos de la alcanzada por Van Nistelrooy -el actual pichichi, que lleva 21 goles-, corrobora que, a pesar de sus 31 años, todavía queda Morientes para rato.

Gracias a la recuperación de su instinto goleador, el Moro ha vuelto a ser convocado por el seleccionador nacional para disputar con “la furia roja” los partidos oficiales previos a la Eurocopa 2008 y las posibilidades de que pueda disfrutar de esta competición sobre el campo y no a través de la televisión (como cualquier otro español) aumentan cada vez más.

Parece que los malos momentos ya pasaron, aunque recuerda con simpatía la única ventaja que trajo su exclusión del pasado Mundial: pudo pasar más tiempo con su familia, que, aunque no le pudo resarcir del disgusto, tal y como le dijo su hijo Nando: «Así podremos jugar más, papá...». Pero los aficionados españoles quieren que esos juegos no sean privados, sino que se conviertan en un espectáculo en el que Fernando Morientes, con un esférico entre los pies y en un estadio abarrotado jaleando su nombre, lleve a la Selección Española a conseguir el título de la Eurocopa. Aunque esto último, seguro que tiene que esperar…

1 comentario:

V.G.G. dijo...

UN BUEN REPORTAJE PARA UN BUEN JUGADOR, MUY BIEN SEÑORITA, AUNQ YO SIGO DICIENDO QUE EL MEJOR JUGADOR DEL MUNDO ES RAUL, AUNQ LA GENTE DIGA QUE YA ESTA ACABADO Y ESAS COSAS, YO CREO QUE NO ES ASI.
ES UNA PENA QUE EL 7 Y 9, NO VUELVAN A JUGAR JUNTOS NI EN LA SELECCION NI EN EL REAL MADRID, JUNTOS FORMABAN LA PAREJA DE ORO.

RAUL FOREVER!!!!