domingo, 20 de mayo de 2007

DEAMBULANDO HACIA EL FUTURO


Una nota, sólo una nota es capaz de hacerte estremecer. Inundada por una ya habitual melancolía, sabes que tu bálsamo, lo único que puede curar tu corazón es esa canción. ¿Bálsamo? Con sólo oír el primer acorde de esa melodía, una lágrima brota de tu ojo y recorre incesante tu mejilla. No lo puedes evitar. ¿Cuántas cosas te recuerda? Quizá al primer día que comenzaste esta aventura, o puede que a esa fiesta en la que descubriste que tus compañeros iban más allá de las tres filas de mesas que te rodeaban…

Esa extraña sensación vuelve a apoderarse de tu interior. Todo está a punto de terminar y da igual que no quieras, el tiempo pasa y no existe la fórmula para pararlo. No existe el botón de Stop, y mucho menos el de rebobinado. Ya lo sufriste otra vez, pero antes era un punto y seguido. Ahora no; ahora el punto es final.

Apenas un pequeño resquicio de luz queda a tu espalda ¿Retroceder? Demasiado tarde. Esa puerta está a punto de cerrarse y la tienes que dejar atrás. ¿Avanzar? Quizá ésa sea la solución. Asusta, como todo lo nuevo, pero es lo mejor. Toma aire y respira hondo. Sujeta el pomo fuertemente y abre esa puerta. ¿Ves ese pasillo tan largo? Ésa es tu vida profesional que acaba de comenzar. ¿Miedo? ¿Inquietud? Dan ganas de correr hacia atrás, de esconderse detrás de esta puerta y de refugiarse en el pasillo anterior, donde todo era más fácil, donde la responsabilidad era menor; pero no. Sigue hacia delante, disfruta de cada momento, continúa aprendiendo y recuerda: no importa cuántas veces caigas, sino todas las que seas capaz de levantarte con más fuerza.

sábado, 19 de mayo de 2007

EL ROSTRO DE LA SOLEDAD


Esos ojos me miran. No, no a mí, ni a ti, ni a nadie. Esa mirada perdida en el infinito busca protección, pide ayuda, grita ¡quiero vivir! Hoy he visto el rostro de la soledad, del desconsuelo, del miedo. No es fácil renunciar a una estrella cuando la estás tocando con la yema de los dedos.

Esos ojos no gritan, piden socorro en silencio. Buscan una salida que les conduzca a otra realidad. No quieren volver al tedio y a la miseria. Aspiran a encontrar en otro mundo lo que desde la cuna se les ha negado. Una manta a veces es suficiente para cambiar el calor del hogar por la tranquilidad de una vida digna. Sobrevivir en medio de una fuerte tormenta en medio del mar es muy difícil. Llegar a la orilla para dejar tu pasado atrás, es una quimera.

No hay lágrimas, ni gritos, no hay gestos de dolor. Sólo una mirada brillante que no quiere renunciar al paraíso que ha visto tan cerca. Muchos han quedado en el camino, a otros les faltó un último aliento para impulsar su barca hasta el final. Por todos ellos, nunca se rendirá.

Recrearse en el pasado es tentador, pero los anhelos y los sueños no sacian el hambre ni cierran las heridas. El futuro te espera y la vida a veces te da una segunda oportunidad. Mirar hacia delante y luchar por la dignidad es la mejor medicina para remendar los rotos del alma.


ÉRASE UN HOMBRE A UN BALÓN PEGADO; ÉRASE UN FUTBOLISTA SUPERLATIVO

Por todas las tardes que nos ha hecho disfrutar; porque el "9" es sólo cosa de unos pocos; por él...

Hay un dicho que señala que algunos nacen con estrella y otros estrellados. Morientes debe de ser de los primeros, porque ya su fecha de nacimiento anunciaba el futuro brillante de este futbolista. Un cinco de abril de 1976 (05.04) nació en Cáceres un verdadero deportista de élite: Fernando Morientes. La suma de las cifras de su fecha de nacimiento da como resultado el número 9, precisamente el dorsal que durante tanto tiempo llevó en el Real Madrid y ahora porta en el Valencia y con el que se denomina a los delanteros punta de los equipos de fútbol que se distinguen por tener un verdadero instinto goleador. Coincidencia o premonición, lo cierto es que vistiendo la camiseta blanca, el nueve le brindó muchas tardes de gloria a la afición del Bernabéu y ahora lo vuelve a hacer en el campo de Mestalla.

El éxito no le llegó de repente, puesto que -como él mismo señala en las entrevistas que concede-, para conseguir los mejores logros de su vida ha tenido que demostrar su valía como profesional. Comenzó jugando en el Albacete durante dos temporadas, aunque pronto pudo disfrutar de las emociones de los encuentros de primera división, pues el Real Zaragoza lo fichó en 1995 para que se incorporara a su plantilla. Dos años después, el Moro, apodo con el que se le conoce, pudo hacer realidad el sueño de cualquier joven madridista: jugar en el Real Madrid junto a algunas de las estrellas que por entonces poblaban lo que todavía no era "la galaxia blanca": Raúl, Suker o Mijatovic. Morientes estuvo siete temporadas seguidas en el equipo merengue haciendo disfrutar a la afición y siendo uno de los artífices de una época dorada para el club de la Castellana en la que consiguieron tres copas de Europa y dos títulos de Liga. Su buen juego aéreo y la facilidad con la que se desmarcaba en el área le pusieron además en el punto de mira de Clemente y Camacho, los dos seleccionadores nacionales que contaron con él en los partidos que disputó la selección española. Tan bien se desenvolvía vistiendo la camiseta roja, que se convirtió en un fijo en los encuentros que disputó el conjunto nacional.

Pero la llegada de los “galácticos” propició uno de los peores momentos de su carrera deportiva: su salida del equipo blanco. Tras una temporada cedido al Mónaco, conjunto con el que consiguió el título de subcampeón de la Copa de Europa, volvió al equipo blanco de la mano del recién estrenado entrenador Camacho. La marcha del técnico por desavenencias con la plantilla favoreció aún más su despedida del Real Madrid y su marcha a la liga inglesa, concretamente al Liverpool, donde su estela dejó de brillar con tanta fuerza.

A pesar de todo, el Moro seguía brillando en la selección. Sus compañeros elogiaban su juego en el campo y la afición lo corroboraba con fuertes aplausos y gritos de admiración. Su ilusión de goleador y sus esperanzas las había depositado en el Mundial de Alemania de 2006, pero no pudo ser. Luis Aragonés, seleccionador nacional, no lo convocó ante el asombro de algunos y la furia de otros. Era una de sus últimas posibilidades para despuntar con la camiseta roja y no la pudo disfrutar. Aunque, ¿quién fue tan osado en pensar que esa estrella que durante algunos meses desapareció del firmamento de los mejores jugadores no volvería a resurgir un día con más fuerza?

El fútbol español le concedió una segunda oportunidad y ésta se materializó en la capital del Turia: el Valencia C.F. le esperaba con los brazos abiertos para acabar con la “maldición” del 9 que sobrevoló al equipo durante varias temporadas. Todos los expertos deportivos auguraban al club del murciélago una excepcional temporada si sus dos delanteros punta -Villa y Morientes-, que tan bien sabían demostrar su valía por separado, lograban compenetrarse y entenderse sobre el césped.

Ocho meses después del comienzo de la Liga española, la valía de Morientes se demuestra con números, como siempre ocurre en el fútbol. El delantero valencianista ha marcado 12 goles en el campeonato, y aunque esta cifra está muy lejos de la alcanzada por Van Nistelrooy -el actual pichichi, que lleva 21 goles-, corrobora que, a pesar de sus 31 años, todavía queda Morientes para rato.

Gracias a la recuperación de su instinto goleador, el Moro ha vuelto a ser convocado por el seleccionador nacional para disputar con “la furia roja” los partidos oficiales previos a la Eurocopa 2008 y las posibilidades de que pueda disfrutar de esta competición sobre el campo y no a través de la televisión (como cualquier otro español) aumentan cada vez más.

Parece que los malos momentos ya pasaron, aunque recuerda con simpatía la única ventaja que trajo su exclusión del pasado Mundial: pudo pasar más tiempo con su familia, que, aunque no le pudo resarcir del disgusto, tal y como le dijo su hijo Nando: «Así podremos jugar más, papá...». Pero los aficionados españoles quieren que esos juegos no sean privados, sino que se conviertan en un espectáculo en el que Fernando Morientes, con un esférico entre los pies y en un estadio abarrotado jaleando su nombre, lleve a la Selección Española a conseguir el título de la Eurocopa. Aunque esto último, seguro que tiene que esperar…

viernes, 18 de mayo de 2007

SI TÚ NO VUELVES...



Se despertó sobresaltado con el sonido del despertador. Un sudor frío cubría su frente y sintió como un escalofrío recorría todo su cuerpo. El miedo se apoderó de él cuando pensó que la pesadilla que acababa de vivir en sueños tarde o temprano se convertiría en realidad. La enfermedad que padecía Isabel no la dejaría mucho más margen para seguir viviendo, o al menos intentarlo, y a pesar de que llevaba mucho tiempo intentando asumirlo, todavía se estremecía con sólo imaginar cómo sería su vida cuando ella lo dejara para siempre.

Eran las ocho de la mañana y la ciudad ya se había puesto en pie. Al levantar la persiana comprobó cómo la rutina era la misma de cualquier otra mañana: niños con sus mochilas camino de la escuela, ejecutivos vestidos con elegantes trajes de chaqueta y automóviles avanzando lentamente por las congestionadas calles de la ciudad. Pero él ya no era el mismo hombre fuerte, optimista y seguro de sí mismo que había sido algún día. Desde hacía siete meses la vida no le había dado tiempo para respirar, ocuparse de sí mismo o ilusionarse. Vivía por y para ella y no le pesaba. Sabía que cada día que pasaba era una nueva oportunidad que el destino les brindaba para seguir juntos, pero también sentía que con cada jornada que terminaba se agotaban los momentos para disfrutar de su compañía, para mirarla fijamente a los ojos y volver a enamorarse.

Respiró hondo y salió al pasillo. Las piernas le flaqueaban. Tenía miedo de entrar en su cuarto y verla tendida en la cama, vacía, sin alma. Volvió a tomar aire y cruzó el umbral que separaba la vida de la muerte. Allí estaba ella, sentada en la mecedora, mirando por la ventana. Mientras su mirada estaba perdida en el espacio, una lágrima brotó de sus ojos para recorrer su mejilla. Parecía que estaba ausente y por eso no se dio cuenta de que él la observaba detenidamente desde la puerta. Lo hacía cada mañana como si fuese la última vez. Quería grabar su delicada imagen en su mente y no olvidarla nunca. A veces pensaba que prefería recordarla en sus mejores momentos, joven, vital y llena de energía. Pero su fragilidad también la embellecía.

Con un delicado movimiento Isabel se incorporó y poco a poco fue levantándose. Se giró y lo descubrió a él, mirándola fijamente, callado y pensativo. Bastó una débil sonrisa de la joven para que él dejara su ensimismamiento y volviera a la realidad. Isabel volvió a la mecedora. Parecía que le faltaban las fuerzas y que se iba a caer. Entonces él corrió hacia ella y la sujetó fuertemente. Ella lo miró a los ojos y susurró un débil ‘gracias’ que le hizo estremecer. Jamás su voz sonó tan débil y nunca antes sus ojos le habían transmitido tanta tristeza. Esos ojos negros, fuertes y desgarradores ahora estaban apagados. Parecían dos pozos que mostraban sus entrañas, lo más oscuro de su alma. La ayudó a sentarse y se colocó enfrente. De repente ella rompió a llorar, en silencio. Él le agarró fuertemente las manos para transmitirle fuerza, para que ella sintiera que la entendía.

-Sé que esto se acaba, que cada minuto que pasa hace mella en mi cuerpo y en mi mente­, -dijo entre sollozos Isabel. Este cáncer me está ganando la batalla porque ya no tengo fuerzas para plantarle cara y seguir viviendo. Necesito parar, dejar que el mundo siga su curso...

-No puedes darte por vencida ahora, -la interrumpió-. Aún te quedan muchas cosas por vivir. ¿Dónde ha quedado aquella Isabel luchadora?, -le pregúntó con ansiedad.

-Se fue, se desvaneció, ¿no ves que ya no queda nada? -gritó Isabel-.

De repente un enorme silencio inundó la habitación. Isabel agachó la cabeza a la vez que jugueteaba con sus manos, nerviosas y sudorosas. Él la miró insistentemente y buscó su mirada hasta que ella le respondió mirándole fijamente. Tras varios segundos y sin previo aviso ella se apagó, cerró sus ojos para siempre. Ya no quedaban sueños, ni ilusiones, ni vida. Simplemente, ya no le quedaba nada.


martes, 15 de mayo de 2007

EL AVE QUE SOBREVUELA A LOS JyASP

Te propongo un reto: junta en una coctelera los siguientes tres ingredientes: una ciudad en pleno crecimiento, cercana a la capital del país y que en pocos meses estará aún más próxima debido a la llegada de un medio de transporte capaz de recorrer casi 500 kilómetros en poco más de dos horas; un grupo numeroso de jóvenes autosuficientes y el deseo de conseguir la emancipación. La mezcla de estos tres elementos tan dispares da como resultado un problema de lo más común en los últimos años: la dificultad que tiene la gente joven para volar del nido materno y adquirir su propia vivienda.

Seguro que si eres joven y tienes una edad comprendida entre los 20 y los 35 años te suena de algo este juego/desafío. Puede que seas alguno de esos jugadores que están dentro del Casino del Mercado Inmobiliario o simplemente un aspirante a jugador que se tiene que conformar viendo cómo la bola da una y mil vueltas alrededor de la ruleta y sabe que, caiga en el número que caiga, el afortunado nunca va a ser él; no por el momento, pues se tendrá que conformar con ser un espectador más.

Quizá, si hubieses nacido una década antes, ahora serías uno de los miembros veteranos de la Generación JASP de los 90: aquellos chicos jóvenes, aunque sobradamente preparados. Pero no. Aquella oleada de triunfadores se ha visto reemplazada en los últimos años por nuevas generaciones de jóvenes acostumbrados a las zancadillas de la vida: está la Generación mil-eurista, la de los eternos becarios, la de los “busco-pero no encuentro” y la remodelada generación JASP, convertida ahora en JyASP: Jóvenes y, Además, Sin Piso.

Si actualmente los pisos se han convertido casi en artículos de lujo al alcance sólo de aquéllos que superan con creces la barrera de los mileuristas, la llegada del AVE a la capital del Pisuerga hará que sólo unos pocos jóvenes privilegiados (porque para la gente mayor éste es un reto superado) puedan adquirir su propio piso nuevo en la ciudad en la que quieren empezar a dar sus primeros pasos como adultos.

Este peculiar pájaro que vuela a velocidades insospechadas por encima de un mar de raíles traerá muchas ventajas a los vallisoletanos, pero también algún que otro inconveniente. Y es que, ¿quién dijo que vivir fuera fácil?

En pocos meses, a un ciudadano de Valladolid le llevará menos tiempo desplazarse desde su ciudad hasta la capital de España que atravesar a pie toda la ciudad. Una gran ventaja para aquellas personas que por motivos de negocios, trabajo o estudios necesitan este servicio, que puede convertirse en un inconveniente a tener en cuenta para otros ciudadanos cuya máxima pretensión actual es adquirir su propia vivienda. Y es que una de las malas consecuencias que traerá a Valladolid el AVE tan rápido como llegue (e incluso antes de su llegada, porque las nuevas tecnologías se adelantan hasta en los efectos) es el encarecimiento del coste de las viviendas.

Según un informe del Observatorio Joven de la Vivienda, los jóvenes españoles destinaron durante el segundo trimestre del 2006 el 64,3% del sueldo a la compra de vivienda libre, 3,5 puntos más que el trimestre anterior. Esto significa que con el 35,7% restante de lo que ganan tienen que hacer frente a gastos tan esenciales como alimentación, agua, luz, gas y algo muy importante: disfrutar de su juventud. ¿De verdad que alguien dijo que vivir era fácil?

Me voy a permitir la licencia de darte un consejo, ¿Me dejas? Aprovecha que las palomas y otros pájaros menores siguen poblando nuestro cielo, porque cuando por suelo vallisoletano llegue el Super AVE, lo de irse a vivir solos será cosa de unos pocos.